miércoles, 2 de septiembre de 2015

CRÓNICAS DEL FIN DE SEMANA Por Rafael Hernández NADIE VIÓ, NADIE LLORÓ…

CRÓNICAS DEL FIN DE SEMANA


Por Rafael Hernández
NADIE VIÓ, NADIE LLORÓ…

De todas las bombillas colocadas, solo cuatro medio iluminaban la empinada y estrecha calle; más abajo en la escalera de peatones dos muchachos conversaban amigablemente, a la mitad de la vía tres personas sentadas en muebles de mimbre jugaban una partida de cartas, mientras que más arriba con una silla colocada debajo del marco de la puerta de su rancho, con las dos patas traseras dentro y las dos delanteras en la acera; Luís P. o mejor dicho “El Lucho” como todos lo conocían, dejaba escapar bocanadas de humo de un cigarrillo a la mitad y de vez en cuando un trago directo de la botella de aguardiente con la que hacía diez minutos acababa de llegar…es el distribuidor de sustancias tóxicas en el barrio, el malandrín, el “jefe” de la zona….

Aparte de una que otra discusión de los jugadores de carta y la música no tan elevada de un pequeño radio receptor dentro de la casa donde se realizaba la partida de ajiley; todo era silencio y paz en el sector; sin embargo el lucho fumaba y bebía con cierto nerviosismo, de vez en cuando adelantaba el torso y miraba hacia abajo, hacia el comienzo de la calle….

De repente el Lucho se pone de pie, rueda la silla al interior de su vivienda y cierra apresuradamente la puerta…dos potentes faros y un automóvil negro al que no se le alza a ver placa ni marca, pasa lentamente ante la mirada atenta de las pocas personas que permanecen en la calle….casi que se detiene frente al rancho del lucho…..dentro del murmullo de los jugadores se alcanzó a oír de boca de uno de ellos que era la tercera vez en la noche que el auto pasaba….poco a poco el auto se fue perdiendo hasta cruzar a la derecha dos cuadras más arriba….

De repente, el silencio de la media noche es interrumpido por una ráfaga de disparos y seguidamente por el rechinar de cauchos de un automóvil que se aleja a toda velocidad; los vecinos salen precipitadamente de sus casas, se acercan y todos alcanzan a ver las dos piernas del Lucho que sobresalen en la acera y uno de sus sucios y viejos zapatos tipo tenis un poco más adelante…..Al poco tiempo el ulular de sirenas indicaba que las autoridades se acercaban al sector; la mayoría de las personas volvieron a sus hogares, algunos borrachitos y trasnochadores que pasaban por el lugar, ni atinaron a dar el nombre de la indocumentada victima…Murió El Lucho y nadie vio nada, nadie lloró.




1 comentario:

  1. Así mueren, diariamente, muchos Luchos (y no Luchos) y nadie ve, nadie siente, nadie llora...

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